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Clásica y ópera -

Concierto Nº 1 en Do mayor para Piano y Orquesta


Poco se sabe acerca de la historia del Primer Concierto para Piano. Probablemente fue compuesto en 1798 y estrenado por Beethoven ese mismo año, en Praga. Sus primeras obras, compuestas para uso propio, eran sonatas para solista y piezas de cámara, pero también estaba empezando a escribir música para piano y orquesta.
Ludwig van Beethoven


Poco se sabe acerca de la historia del Primer Concierto para Piano. Probablemente fue compuesto en 1798 y estrenado por Beethoven ese mismo año, en Praga.

 

Sus primeras obras, compuestas para uso propio, eran sonatas para solista y piezas de cámara, pero también estaba empezando a escribir música para piano y orquesta.

 

Beethoven se trasladó a Viena en 1792 y enseguida inició una carrera de espectacular éxito como pianista. Como llegaba con una carta de presentación del conde Waldstein y una invitación para estudiar composición con Haydn, ingresó sin ningún problema en los círculos musicales. Poco tiempo tardaron los vieneses en darse cuenta de que se habían beneficiado con un nuevo virtuoso de carácter emocionante. Sin embargo, en lo que a composición se refiere, Beethoven solamente era considerado como un discípulo de Haydn.

 

En Viena había aproximadamente trescientos pianistas, que competían entre sí para destacarse y, además, todos se ganaban la vida enseñando a más de seis mil estudiantes de piano en la ciudad. La rivalidad entre estos pianistas era feroz. Beethoven hablaba de su "deseo de avergonzar" a sus oponentes, a los que se refería como a sus "enemigos jurados". Temía que alguno de sus rivales copiara "las peculiaridades de mi estilo y que me las escamoteen apropiándose de ellas orgullosamente". Decía que "se vengaría" de tales pianistas.

 

Los pianistas competían como gladiadores y los de más éxito tenían un gran número de seguidores. En realidad, los virtuosos eran considerados más bien como rarezas que como artistas (a los niños prodigio se los exhibía públicamente junto a malabaristas y acróbatas). Los recitales en los que tocaban estos pianistas se asemejaban más a duelos. Beethoven, que muy pronto llegó a la cima en cada duelo, recibió el apoyo de un gran número de familias aristocráticas. Estas abrumaban al joven intérprete con dinero y obsequios con la intención de establecer su propio nivel social elevado. Tan grande era esta atención que, a menudo, Beethoven se sentía avergonzado por la excesiva generosidad.

 

Hacia mediados de la década de 1790, la fama de Beethoven se había difundido más allá de Viena, y pudo realizar giras de conciertos a otros países. Ejecutó su Primer Concierto para Piano en Praga, en 1798. Su reputación como compositor comenzó a extenderse con las repetidas interpretaciones de sus propias composiciones. Sus primeras obras, compuestas para uso propio, eran sonatas para solista y piezas de cámara, pero también estaba empezando a escribir música para piano y orquesta.

Su Primer Concierto para Piano no fue, en realidad, su primera obra de este tipo. Su Concierto Número 2 en Si bemol fue dos años anterior, pero el Concierto en Do mayor fue publicado en primer lugar y, por lo tanto, fue numerado primero. Además, existe un Concierto en Mi bemol que Beethoven escribió a la edad de catorce años, mucho antes de llegar a Viena. También hay un Concierto en Re y un Rondó en Si bemol para Piano y Orquesta, que datan, aproximadamente, de 1795.

 

Beethoven intentó mantener el denominado Primer Concierto para su uso particular, y no permitió su publicación hasta 1801. Para entonces, ya empezaba a dejar su carrera como solista y quería dedicarse más en exclusiva a la de compositor.

 

El modelo de Beethoven era Mozart, un pianista y compositor que había escrito una larga serie de conciertos para uso propio. Mozart se había convertido (irónicamente, recién después de su muerte) en el orgullo de Viena. El competidor más poderoso de Beethoven era un recuerdo. De los conciertos de piano de Mozart, Beethoven tomó sus conceptos de oposición equilibrada entre solista y orquesta, la claridad de formas y el virtuosismo del teclado destinado a hacer sobresalir al solista.

 

Este Primer Concierto fue el último donde Beethoven se apegó a sus modelos. Posteriormente, en el Tercer Concierto amplió el alcance y la gama emotiva. Este proceso llegó a su culminación con el Concierto El Emperador.

 

La oposición dramática del núcleo del Primer Concierto aparece de inmediato, cuando las cuerdas contrastan un tema poderoso con una escala rápida, ambos separados totalmente por silencios. Otra fuente de contraste es el gran número de temas diferentes introducidos durante la exposición orquestal. Cuando finalmente entra el piano, lo hace como catalizador para conciliar los extremos. Las escalas se convierten en la fuente de virtuosismo pianístico, mientras llenan los silencios. Es especialmente dominante la transición hacia la recapitulación: el piano y los cornos alternan repeticiones del tema inicial, que gradualmente queda reducido a lo más básico.

 

El segundo movimiento explora una florida partitura para piano. A pesar del tiempo extremadamente lento, el piano se mueve en figuraciones rápidas y elegantes. Sin embargo, esta estudiada sofisticación pronto se desvanece ante la despreocupada inocencia del tema principal de rondó del final, introducido por el piano. El primer tema secundario es igualmente encantador, en especial debido a sus acentuados tiempos débiles. El segundo tema secundario también es atractivo: es en tono menor, y está tratado como un rondó en miniatura completo en sí mismo, hasta con ideas secundarias. Hacia el final, la música se detiene gradualmente mientras repite el motivo inicial.

 

Una pequeña cadencia sobre un acorde sostenido para cuerdas reduce el tempo hasta llegar a un adagio para un solo de oboe. Tal vez no lo sospechemos, pero el piano ya ha salido definitivamente y el concierto está próximo a su fin. Termina seis compases después, con un súbito retorno al tempo de allegro. ¡Un final absolutamente delicioso para un movimiento absolutamente delicioso!



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