La soprano invisible de Granada: «Por mi vocación canto hasta en las calle»
Pilar Rodríguez, nacida en Trevélez hace 70 años, se ve obligada a actuar a los pies de la Capilla Real para sobrevivir
13/02/22

El aire frío de enero trae un suave silbido por la Alcaicería. Es un sonido agudo pero agradable. Un leve murmullo que parece colarse por las piedras y los escaparates hasta golpear los tímpanos. Como las ratas de Hamelín o los dibujos animados que huelen una tarta, la melodía atrae flotando a los curiosos hasta la calle Oficios, donde el volumen sube a cada paso. Bajo la Capilla Real hay una señora de ojos espectrales, pelo trenzado y canoso y una mascarilla nívea. Tiene las botas clavadas en el suelo y flexiona los brazos muy, muy, muy lentamente. Los ojos están cerrados. El cuello estirado. La mandíbula no se mueve. La mujer parece una estatua de sal.
–No está cantando ella, tiene un altavoz ahí dentro –susurra un hombre a su pareja, señalando una caja de cartón de productos de limpieza.
–¿Tú crees? –pregunta la otra.
La señora se fija en ellos, relaja el cuerpo y, con la música de acompañamiento de fondo, se presenta con voz de hada madrina: «Buenas tardes, soy Pilar Rodríguez, soprano y poetisa». Es la misma voz potente y hermosa que unos segundos antes inundaba los aledaños de la Catedral. A sus pies hay una tela púrpura con cuatro cosas: una placa dorada en la que se lee «Clases particulares de lenguaje musical, piano y canto», acompañada de un teléfono fijo; un cd con su rostro en la portada titulado 'Grandes arias de la ópera'; la segunda edición de 'Antología Poética en Granada de Pilar Rodríguez'; y una cesta cubierta con una bolsa de plástico donde brillan un puñado de monedas.
Pilar Rodríguez nació en Trevélez hace, más o menos, 70 años –dice que hablar de su edad le marea– y hasta el inicio de la pandemia vivía en Barcelona. «Deseaba volver a Granada, cerca del hogar y de la naturaleza», afirma. Reside en Cenes, intentado dar clases de canto y preparando, asegura, «un proyecto lírico que fusione a Falla, García Lorca y el Cante Jondo». Pero, por ahora, canta en la calle para sobrevivir. «La vocación es un patrimonio –resopla, con orgullo– y el camino no siempre es fácil».
Con cuatro años ya cantaba como los ángeles, desde el balcón de casa de sus padres. «Quien quiere tener un duro, quiere tener dos», tararea divertida, al recordar la escena. Y con seis, su padre encontró trabajo en Sallent y toda la familia se mudó allí. Lo curioso es que ella, que nunca dejó de cantar, empezó Medicina en Barcelona y, a mitad de carrera, se trasladó a Granada para compaginar la vida universitaria con los estudios en el Conservatorio. «¡He nacido para curar! –exclama, emocionada– Pero un día descubrí que creía más en el poder sanador de mi voz y de la naturaleza, así que dejé los estudios».
Tras pasar una temporada ejerciendo de administrativa en el Ayuntamiento de Granada, a mediados de los 90 volvió a Cataluña. «Me saqué el grado superior de canto en el Lyceo de Barcelona, en el 96», apunta. Actuó en escenarios interpretando temas desde Bob Dylan hasta Caccini y montó una academia de canto en Sabadell, donde enseñaba una técnica de respiración muy peculiar, basada en el hinduismo. «Creo en las medicinas naturales», sostiene. En 2006 publicó el disco 'Grandes Arias de la Ópera', su hijo más querido, el que le acompaña ahora en la calle. Un cedé en el que interpreta obras de Mozart, Rossini, Donizetti, Bellini, Bizet, Verdi y Manuel de Falla... «Pero entonces tomé malas decisiones, tuve mala suerte, me estafaron y tuve que reinventarme. Así empecé a cantar en la calle, junto a la Sagrada Familia y el barrio gótico de Barcelona».
En televisión
Puede que la historia de Pilar Rodríguez les suene. En 2011, la granadina participó en el programa 'Tú sí que vales', asombrando a la audiencia con su portentosa voz. «Señora, ¿usted canta profesionalmente? ¿Ahora canta en algún sitio?», le preguntó César Cadaval, de los Morancos, que formaba parte del jurado. «Pues estoy cantando en la calle», respondió ella, que por aquel entonces su voz ya era conocida por la Sagrada Familia. Ocho años más tarde, en 2019, Rodríguez volvió a la tele, al programa 'Got Talent', ya con Risto Mejide y Edurne. Esta vez no superó el corte y le pidieron que abandonara el programa.
Pilar se abraza de nuevo a la Capilla Real y se prepara para cantar el 'O mio babbino caro', de Puccini. La voz ya no es igual que cuando era joven, pero sigue saliendo con talento y dignidad. «Los problemas han sido grandes y la decisión de venir ha sido complicada. Ahora pago un tercio de lo que pagaba de alquiler en Barcelona, así que estoy mejor –la soprano yergue los hombros, levanta el pecho y carraspea dulcemente–. Llegué a Granada en febrero de 2020 y en marzo despertó la covid. ¿Qué iba a hacer, quedarme cruzada de brazos? ¿Y la música qué? Mi vocación no puede ser frustrada... Por mi vocación hago lo que sea, hasta cantar en la calle».
Cuando la voz de Pilar brota un grupo de turistas y paseantes se paran en seco. Verla cantar es emocionante y así se lo hace saber el público al terminar la canción:con un aplauso que se desdibuja lentamente por la calle Oficios. «A mí no me gusta la calle –termina, sonriente–. Pero de vez en cuando aparecen angelitos que te lo agradecen tanto que hace que merezca la pena. ¿Cantamos 'Granada' de Agustín Lara?».
Fuente: https://www.ideal.es/

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