Música clásica para el ciudadano futuro

Una oportunidad para ingresar al mundo de los grandes compositores universales, desde hace más de 10 años la Juventus Lyrica invita a las escuelas primarias y secundarias a compartir con sus alumnos la experiencia estética y musical de la ópera.

13/07/22

---

Este año la Juventus Lyrica, una asociación civil que promueve a los artistas jóvenes, pudo concretar la vuelta a la presencialidad de su programa con la Gran Fiesta de la Opera, un recorrido musical por lo más destacado del género lírico en el Teatro Avenida.

 

La entidad también cuenta con una actividad destinada a las escuelas primarias y secundarias que permite a los chicos contar con la oportunidad de concurrir al establecimiento para oir en primera fila las voces de cantantes de ópera durante el ensayo de la función que por la noche se desarrollará para el público adulto. El evento permite que conozcan a grandes compositores del mundo como Wagner, Puccini, Rossini, entre otros, cuyas obras son consideradas universales.

 

El objetivo de la propuesta es fomentar el desarrollo de la educación por el arte en Argentina que promueve la participación de los más jóvenes en el género lírico salteando la mediación del aula para ofrecerles el contacto directo con la experiencia artística.

 

Para conocer más del Programa de Formación de Audiencia, al que se puede acceder e inscribir a través del sitio www.juventuslyrica.ar, La Prensa dialogó con María Jaunarena, a cargo de la propuesta, sobre los desafíos que conlleva la realización de una gala lírica presencial destinada a los más bajitos en un mundo digital.

 

-¿Ha sido un desafío abrir de vuelta después de todo lo que ha pasado con la pandemia y la virtualidad?

 

-Sí, después de dos años de cierre fue un desafío enorme porque no es tan sencillo encender los motores, pero contamos con las ganas y el deseo de tener los cantantes y volver a hacer lo que ellos quieran. Así que fue una alegría poder reencontrarnos de forma presencial con el público también. Porque en estos dos últimos años hicimos muchas obras, pero siempre fueron desde la virtualidad y desde su casa y no es lo mismo. La virtualidad abre muchas barreras, pero el fenómeno al teatro en algún punto lo aniquila.

 

-Para las personas que aman ir al teatro a oír música clásica debe haber sido un momento muy especial, ¿no?

 

-Hay una profunda necesidad después de dos años de ausencia del retiro espiritual que resulta ser el teatro, de este fenómeno de escaparse y de la necesidad de la gente de conectarse con las más altas esferas que el individuo ha podido alcanzar en términos de composición musical y teatral. Tomar contacto con esa dimensión de lo más alto del ser humano, en medio de las crisis, de los golpes que se reciben a diario, de las noticias sobre enfermedad y de todo lo que nos rodea, es muy valorado.

 

-Dicen que la música clásica eleva el espíritu y escucharla en un teatro no es lo mismo que escucharla en un vinilo o en un cd, ¿qué percibe sobre eso?

 

-No, no es lo mismo porque el artista está realizando todo en vivo para la persona que está enfrente. Ya de por sí de arranque hay una dimensión que nunca puede estar presente en la virtualidad y que es la dimensión de intimidad y de paréntesis con el otro. Por eso es tan interesante el teatro como fenómeno porque no deja de fomentar la empatía con el otro como un espejo que nos devuelve una imagen que quizás nos hace replantear algunas cosas de nuestra propia vida de todos los días. La música clásica está vinculada a las grandes experiencias de la humanidad y tiene la virtud de levantar el horizonte al que miramos de jerarquizar la vara que nos rodea. En ese sentido es muy potente lo que la música clásica puede darle a la audiencia.

 

-¿Cómo se sintió volver al Teatro Avenida?

 

-El Teatro Avenida es maravilloso y fue declarado patrimonio histórico de la Ciudad de Buenos aires. Es un recinto que fue inaugurado en 1908, un poco después de que se inauguró el Colón, y tiene el mismo modelo que tienen las grandes casas de ópera de Italia con esta forma de herradura, ideal para hacer estos eventos. Además, es ideal para nuestra misión de formar artistas jóvenes porque no tiene la dimensión gigante que posee el Colón, pero es un teatro grande porque entran 1.000 localidades. Estar presentes en la reapertura para nosotros también fue un lujo después de 20 años de tarea ininterrumpida ahí.

 

NUEVA AUDIENCIA

 

-Hacer una gala lírica es complejo, pero qué pasa cuando el público que asiste es menor de edad, ¿qué es lo que ustedes están fomentando con el Programa de Formación de Audiencia?

 

-Hace más de 10 años que estamos llevando adelante este programa. La idea partió de una base doble. Por un lado, que el patrimonio de la música clásica del repertorio lírico universal es algo que los chicos tienen el derecho y tienen el deber de conocer. Ellos cayeron de éste lado del globo dentro de la cultura occidental y tienen el derecho de apropiarse de todos esos contenidos que la cultura tiene. Nosotros iniciamos este programa convencidos de la importancia de formar espectadores, no tanto por el hecho de formarlos para que en el futuro vayan a los espectáculos de música clásica, sino por la importancia que tiene el teatro en términos de espejo de humanidad, como decía William Shakespeare. Es decir, en términos de que el chico esté sentado y de pronto entre en la ceremonia del teatro en un lugar donde no están permitidos los teléfonos celulares. Porque cuando el chico navega por las redes, por el iPad o por el teléfono, aparentemente está solo pero no lo está. Generalmente está conducido y dirigido hacia lo que debe pensar y debe consumir.

 

El teatro propone un espacio de reflexión diferente en el que el chico está sólo, no hay nadie guiándolo, sino que el artista encarna un personaje y plantea un problema que a lo mejor al menor le hace acordar algo que a él también le pasa, y no se atreve a verbalizar, o que le paso a un compañero o alguien que conoce. De esa manera el menor puede hacer un puente con el artista, desarrollar empatía y el sentido de escuchar. Eso se vincula a otra serie de valores, como el desarrollo de la tolerancia, y, también, a los valores cívicos, como la gestación de la propia ciudadanía.

 

-¿A qué se refiere con eso?

 

-En el sentido en que todos somos un colectivo, somos diferentes, pero tenemos determinada problemática y podemos vincularnos a través de la del entendimiento y no del rechazo. Ese es el gran valor que tiene el teatro como instrumento cívico para nosotros. Por eso empezamos a hacer funciones de preestreno de nuestras operas con colegios secundarios hace más de 10 años y siempre en horario escolar para que fuera la institución, de una manera compulsiva por ser en horario escolar, la que los trajera de manera obligatoria a consumir el producto artístico que les estamos proponiendo. Así, se fue llenando de adolescentes en todas las propuestas que hacíamos, pero decidimos ir por más y dirigirnos a los más chicos con un proyecto adaptado porque tienen un límite en la tolerancia de tiempo en que pueden estar en un espectáculo.
Por eso las propuestas infantiles que son para el colegio primario son hasta sexto grado porque ya a partir de séptimo grado lo planteamos como si fuera para un Secundario.

 

-¿Cómo están diseñadas para el público infantil?

 

-Las obras para los chicos no tienen más de una hora de duración y ya están adaptadas al español de manera que no es necesario la lectura simultánea para entender lo que está pasando en la obra. En ellas se plantea o son adaptaciones de obras grandes como, por ejemplo, la Flauta Mágica, el barbero de Sevilla, la Cenicienta o son creaciones que hacemos como la última que difundimos que se llamó ""Nadie duerma"" basada en Nessun Dorma, de Turandot, que es la historia del príncipe Calaf, un héroe que se enfrenta a todo pero que a la noche no quiere dormir porque le tiene miedo a las pesadillas.

 

Son todas instancias en que los chicos se pueden relacionar con los que a ellos les sucede en la vida cotidiana y cuenta con esta pincelada de la música de grandes compositores como Puccini, Rossini, Wagner, Verdi, entre otros. La idea es que los chicos puedan entrar en contacto con este repertorio y con la música que, como decía Karl María Von Weber, es universal y tiene la capacidad de prescindir del lenguaje para comunicar una emoción.
Otro punto interesante es que a veces las propuestas para chicos y, sobre todo para adolescentes, en algún punto subestiman a ese público. Los adolescentes son muchas veces estereotipados en el tipo de consumo, son temidos. La etapa de la adolescencia es compleja porque es la transición de la niñez a la adultez. La idea fue realizar propuestas de jerarquía sin perder de vista al público al que nos estamos dirigiendo

 

-Eso también es ideal en un contexto en que viven conectados digitalmente, ¿no?

 

-Si, hay una especie de fascinación con el tema tecnológico y con esta era digital en la que estamos viviendo, pero también es cierto que la tecnología y todos los dispositivos conectan y, paradójicamente, aíslan mucho. Llega un punto en que hay algo del encuentro que la tecnología lo evita y todo empieza cobrar un sentido de irrealidad.
Además, me parece que son instrumentos que en algún punto son bastante peligrosos por el bombardeo publicitario y de re direccionamiento que sucede muchas veces en las redes y es terrible.

 

-¿Cuál es la importancia de desarrollar el oído por la música clásica desde la temprana edad?

 

Nosotros después de las propuestas infantiles hacemos juegos, como una serie de adivinanzas, o les buscamos incentivos para que puedan seguir conectados con lo que más les gustó o interesa de cada uno de estos programas musicales.
Me parece que es interesante que los chicos encuentran en la música clásica los antecedentes musicales de canciones que escuchan en su día a día. Muchas veces es muy divertido encontrar compositores actuales basándose en compositores de antaño porque estamos más acostumbrados a ver que hay mucho de borrón y cuenta nueva, una concepción que generalmente predomina en todo. Es como decir "yo pertenezco al futuro" y así como te compras un teléfono celular que al año ya quedó viejísimo y se supone que todo lo viejo es descartable. Es algo que pasa en todos los órdenes de las cosas. Es muy valorable la propuesta de la ópera en ese sentido porque no estoy tan segura de que hayamos avanzado en todos los aspectos de la vida. Me parece que en el pasado se han dado saltos muy altos en términos de lo que el ser humano es capaz de concebir y me encanta cuando esos logros son encontrados porque, de alguna manera como colectivo, estamos hablando de los mismos temas.

 

-¿Se renuevan esos temas?

 

-Es muy interesante ver a un compositor que plantea un problema a través de una obra que es un conflicto que nosotros, cuatro siglos después, no lo hemos podido resolver. También que un compositor actual moderno, que a los chicos les gusta ahora, esté influido por algo que ha sido concebido tres o cuatro siglos antes. Hay muchos puntos de contacto que proponen este ejercicio de saltar a la dimensión de la ópera y saltar siglos y de pronto caer a un espacio como el que hicimos, donde tiene la posibilidad de entrar a un portal que no conocían, en un viaje a un mundo paralelo de la ópera con todos los desafíos que puede traer.

 

-¿Qué percepción tiene del primer impacto que causa la música clásica en las personas y los chicos?

 

-La música clásica tiene un potencial enorme y también la tiene el teatro, pero no ha sido suficientemente desarrollado a nivel local en términos de políticas públicas más allá de lo meramente cultural. La música y el arte, como herramienta, son mecanismos de inclusión social para, por ejemplo, una persona en un hospital que está recluida o tiene un desorden psíquico o está encerrada en una cárcel. Hay una serie de mecanismos del arte en la música clásica que tiene ese potencial para congregar y está la importancia del teatro como herramienta para el desarrollo de la tolerancia y el desarrollo de valores ciudadanos. Hay algo que tiene que ver con la necesidad que tenemos todos como sociedad de cuidarnos y ser cuidados. El arte tiene un rol enorme ahí porque, por ejemplo, tiene la capacidad de, ante el planteo de un conflicto que se está materializando, permitir desatar la reflexión y el entendimiento del otro.

 

-¿Faltarían más actividades de esta índole para los colegios?

 

-Me parece que hay mucho terreno por explorar. Confío plenamente en la incorporación de este programa que lo desarrollamos nosotros y que tiene que ver con la necesidad de incluir actividades artísticas dentro de la currícula estudiantil, pero que no tengan que ver con hacer un taller o pintar algo solamente, sino que es consumir determinados productos culturales que han marcado la sociedad a la cual nosotros llegamos. Es decir, es tener la posibilidad de conocer qué escribió Shakespeare, por ejemplo, que es el deber de cualquier educación en la que también abarca la formación de un ciudadano futuro.

 

Fuente: https://www.laprensa.com.ar/

---

---