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Clásica y ópera -

Las compositoras a través de los siglos


A pesar de los períodos de prohibición y prejuicio, ha surgido un núcleo de mujeres que han conseguido que se escucharan sus voces, sus instrumentos y su música...
#Historia


A comienzos del siglo pasado, el director sir Thomas Beecham declaró: "No hay compositoras, nunca las hubo y posiblemente nunca existirán". Esta opinión, que refleja una actitud machista que ha prevalecido a lo largo de los siglos sobre la "inferioridad" de las mujeres fue la que ha sepultado e impedido que muchos talentos musicales florecieran. A pesar de los períodos de prohibición y prejuicio, ha surgido un núcleo de mujeres que han conseguido que se escucharan sus voces, sus instrumentos y su música...

 

A partir de Safo (c 600 a.C.) -que además de escribir poemas exquisitos (las Odas Sáficas) también compuso cantos de bodas, elegías, himnos y otras formas musicales- las compositoras han existido en todos los tiempos. Muchas de ellas, que ocupaban lugares encumbrados de la sociedad, tuvieron una importancia histórica. En nuestro tiempo, en un momento en el que aún se lucha por la igualdad entre los sexos, la investigación de autoras como Judith Lang Zaimont, Joan Weiner LePage, Karen Pendle y Christine Ammer, y distintas organizaciones a nivel mundial, están originando un volumen cada vez más grande de libros, grabaciones y ejecuciones de las obras de las mujeres que vivieron en otros siglos y las que componen hoy día.

A principios de este siglo, el eminente director de orquesta británico sir Thomas Beecham (1879-1961) declaró: "No hay compositoras, nunca las hubo y posiblemente nunca existirán". Esta opinión, que refleja una actitud machista que ha prevalecido a lo largo de los siglos sobre la "inferioridad" de las mujeres fue la que ha sepultado e impedido que muchos talentos musicales florecieran.

De acuerdo con la compositora británica Dame Ethel Smylh (1838 1944), todo comenzó en el Jardín del Paraíso, cuando Eva sopló una caña hueca y Adán le dijo que cesara de hacer un ruido tan horrible, y agregó: "Además, si alguien tiene que hacerlo, soy yo, no tú". La Biblia tampoco se ha mostrado tolerante. "Que las mujeres callen en las iglesias..." (1 Corintios, 14:34). El Eclesiastés 12:4 advierte: "Es necesario someter a todas las hijas de la música".

En 1686 el papa Inocencio XI declaró: "La música es totalmente dañina para la modestia que corresponde al sexo femenino, porque las mujeres se distraen de las funciones y las ocupaciones que les corresponden... Ninguna mujer... con ningún pretexto debe aprender música (o)... tocar ningún tipo de instrumento musical". (Este edicto fue renovado en 1703 por Clemente XI)

 

Moses Mendelsshon, el abuelo filósofo de Félix y Fanny, expuso la actitud de la familia: "El saber moderado sienta bien a una dama, pero no la erudición. Una joven que gastó sus ojos leyendo merece que se rían de ella". Mostrando un poco más de comprensión, en su obra Sex in Education (1908) subraya la cuestión fundamental que siempre fue el eje del problema: "Las mujeres pueden llegar a igualar e incluso superar intelectualmente a los hombres, pero como la biología ha impuesto que ese progreso intelectual se realice a costa de sus funciones reproductoras, corresponde condenarlas por razones biológicas".

 

En un artículo de 1898, titulado The Orchestra Today, Sidney Lanier tocó una nota más positiva: "La flexibilidad superior del tejido femenino puede conseguir en definitiva que la mujer sea una ejecutante (instrumental) más brillante que el hombre".

A pesar de los interminables períodos de prohibición y prejuicio, ha surgido un núcleo de mujeres que han conseguido que se escucharan sus voces, sus instrumentos y su música. Impusieron respeto en sus contemporáneos y, simultáneamente con la actual generación de compositores, está reconquistando la atención que siempre han merecido las mujeres.

Hildegard de Bingen (1098-1179)

En tiempos pasados la condición principal que debía satisfacer la mujer para dedicarse a las actividades intelectuales era haber nacido en el seno de la aristocracia. Hildegard, décimo vastago de una familia destacada, fue ingresada en un convento a los ocho años de edad, un procedimiento que no era desusado con las hijas más pequeñas. Hacia 1136 estaba a cargo de su propia abadía en Bingen. Entre 1160-1179 viajo por el Rin, predicando y explicando las visiones que había tenido desde los once años.

Como Bach, Beethoven y otros genios artísticos, la abadesa creía que su talento representaba la voz de Dios que hablaba a través de ella. Indujo al monje Bernardo de Claravalle a presentar al Papa la serie de visiones que ella había tenido en relación con la liberación de Tierra Santa en poder de los sarracenos. Hildegard fue reconocida oficialmente como la profetisa de las Cruzadas, y se la consideró responsable de este cambio decisivo en la historia europea. Siguió siendo consultada por papas, emperadores, reyes y arzobispos por el resto de su vida. Combinó en una sola persona las antiguas artes de la profecía y la curación con las cualidades creadoras de la literatura y la música. Además de sus tratados de teología e historia natural, su Materia Medica es todavía la fuente de nuestro saber acerca de la medicina medieval. Sus composiciones cambiaron definitivamente la orientación de la música, con el legado de que ésta confiere más poder a la plegaria, un concepto adoptado por el cristianismo y otras religiones.

Hildegard sobresalió en el arte de la composición musical y escribió un gran número de obras monódicas para los servicios religiosos, así como un “misterio” con música llamado Ordo Virtutum. Su estilo musical fue individual y debido a que escribió pensando en voces femeninas, sus melodías exploraron rangos mucho más amplios que las de los compositores contemporáneos.

Sus cantos también emplean motivos melódicos repetitivos, y ya que ella no recibió una enseñanza musical formal, sus piezas tienen una cualidad de improvisación que sugiere más la labor creativa de una cantante que de una compositora.

Hildegard no fue la única mujer de su época en escribir música pero fue la única o una de las pocas que logró mantener la autoría de todas sus obras, gracias a que supervisó personalmente la copia de los manuscritos. Tan audaz acto permite hoy en día escuchar su música.

Fundada en memoria de esta mujer, la Hildegard Publishing Company se dedica a publicar la obra de mujeres compositoras.

Fuente: "Breve guía de la música clásica" Dra. Anne Gray



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